¿No se puede o no se sabe ser feliz?
Seamos honestos, la felicidad sea ha vuelto algo tan usado en la sociedad como la meta que cada ser humano tiene que aspirar, a tal grado que uno puede llegar a obsesionarse con esa idea de obtenerla. E incluso se vuelve una competencia, si miramos en redes sociales nos encontraremos a muchas personas siendo felices con cada foto que publican, pero como hay que saber, la felicidad no es un estado de euforia perpetua ni llena de sonrisas, ya que eso en términos de la inteligencia emocional es algo imposible.
Cada comienzo de año nos marcamos metas que, creemos, nos van a hacer muy felices o, al menos, más felices de lo que somos ahora. Pero, ¿Qué ocurre si va pasando el tiempo y no alcanzamos esas metas que, según la sociedad nos dice, nos llevarán a la felicidad? Pues sí, la respuesta correcta será que aparecerá la frustración.
Cada uno tiene su propia felicidad
De igual manera que cada uno de nosotros somos diferentes, cada persona tenemos nuestro propio concepto de felicidad… y ese es el que tenemos que buscar. Al final, uno es feliz teniendo poco, de igual manera que otro lo es teniendo mucho; uno siendo soltero y otro viviendo en pareja; uno viajando por el mundo y otro disfrutando de su rutina. Ese es el canon que debemos buscar, lo que hace feliz a cada uno. ¿Cuál es el problema entonces? la cuestión es que muchos no nos mantenemos conectados con nuestros deseos y buscamos lo que nos marca el canon social, lo que significa que no sabemos qué es lo que nos hace felices, lo que puede ser terriblemente frustrante. ¿La solución? el quid de la cuestión está en aplicar un poco de trabajo personal para conocernos mejor. Y, sobre todo, no abandonar si las cosas no salen a la primera, no tener miedo al fracaso.
En palabras del propio Mike Tyson “¿Fracasaste? Felicidades la mayoría de las personas ni siquiera lo intenta.”
