#ElEstante: La crónica francesa
La carrera de Wes Anderson, director de algunas de las películas más queridas del siglo, es un ejemplo de estilo, obsesiones y cuidado en los detalles. Su fórmula estilística es bien reconocida y celebrada en clásicos modernos como El gran hotel Budapest. Es extraño entonces, que después del éxito que ha supuesto, sus dos últimas no hayan llegado a las grandes audiencias mexicanas, sino que, casi ocultas, hayan llegado a cines selectos. Me refiero a Isla de perros, animación en stop motion nominada al Oscar, y ahora La crónica francesa, disponible en salas de cine.
La crónica francesa es un dulce –es difícil encontrar a un autor más optimista y agradable al mismo tiempo que Anderson- que homenajea, con una visión romántico, el periodismo narrativo que, si bien despuntó en el siglo XX, tiene una historia más vieja y aún presente. Así, tomando como punto de partida The New Yorker, emblema de la crónica, Wes construye una revista ficticia en un formato cinematográfico: cuatro cortometrajes que emulan los cuatro reportajes que usualmente contenía la publicación.
Para montar estas historias, Anderson se apoya, como ya es común, en una pléyade de actores bien conocidos y reconocidos que creen en el mundo del director americano. Esta vez están los de siempre y algunos nuevos: Benicio del Toro, Frances McDormand, Jeffrey Wright, Adrien Brody, Tilda Swinton, Timothée Chalamet, Owen Wilson, Bill Murray, Willem Dafoe, Alex Lawther, Christoph Waltz, Jason Schwartzman, Edward Norton, entre muchos otros.
Una segunda obsesión es la propia Francia. Pero la ciudad en la que suceden los relatos es ficticia: Ennui-sur-Blasé, esto permite hablar en particular, pero también en general. Hay en el ambiente un sabor parisino, pero también de Lyon, o de las ciudades industriales europeas y estadounidenses. Allí transcurren las cuatro crónicas:
La primera, un perfil sobre Ennui-sur-Blasé; la segunda, un relato en torno a la obra del pintor criminal Moses Rosenthaler, regenteado por el crítico de arte Julian Cadazio, personificado por el extravagante Adrien Brody –pieza clave de Wes- y sus dos tíos, la tercera, un ensayo personal sobre la juventud, el género y la política; concluyendo con un perfil del chef Nescaffer, cocinero del comisario de la ciudad, que tras una serie de sucesos se ve inmerso en un relato policiaco.
Nada en La crónica francesa es sorpresivo –para los que siguen el cine de Anderson-, sin embargo, para los fans, todo es entrañable y supondrá uno de los mejores momentos cinematográficos del año.
Por Jorge Alonso Espíritu
