CSA y comunidad LGBTTI: Un compromiso por educar en la diversidad | Colegio Sn. Ángel de Puebla

CSA y comunidad LGBTTI: Un compromiso por educar en la diversidad

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CSA y comunidad LGBTTI: Un compromiso por educar en la diversidad

La escuela de calidad hace tiempo que dejó de ser aquella en la que se enseñan sólo conocimientos curriculares, y pasó a ser el lugar donde se aprenden asignaturas, se viven experiencias que preparan la vida y se construye una comunidad más justa, donde los niños, niñas y adolescentes puedan desarrollarse de forma integral como individuos y como sociedad. 

Para lograr lo anterior, tanto las escuelas como nuestras sociedades cuentan con los derechos humanos: prerrogativas basadas en la dignidad con características específicas, entre las que destaca la progresividad y su devenir histórico: si las mujeres fueron excluidos de los marcos de derechos por siglos, hoy existen deudas específicas con ellas, pero también deudas generales con otros grupos en situación de vulnerabilidad, como la población LGBTT+. 

La pertinencia de reflexionar acerca de la educación en la igualdad reside en dos ideas básicas: aprender la inclusión para nuestras sociedades, y acoger y proteger a los miembros de nuestra comunidad escolar. 

En el primer sentido, el Colegio Sn Ángel se alinea a los marcos normativos nacionales e internacionales: hace 10 años en México se llevó a cabo la reforma más importante en materia de derechos humanos, cambiando el mismo artículo primero y agregando entre las causales de discriminación la generada por preferencias sexuales. Podríamos añadir entre estas la orientación y expresión de género, sin embargo la idea es clara: todas las personas son iguales ante la ley y merecen los mismos derechos y el mismo trato digno. 

Esta responsabilidad histórica y humanista, declarada por el Estado mexicano, incluye a la sociedad toda, y somos las escuelas el motor de ese cambio para, desde la educación, cambiar los paradigmas de discriminación a la población LGBTT+. 

Esta responsabilidad aumenta cuando somos conscientes de que la diversidad no es la excepción, sino la norma. Que la comunidad LGBTTIQA no es un cúmulo de personas ajenas a nuestra experiencia educativa, sino que se sienta en nuestros pupitres, dirige clase desde nuestros escritorios y dirige procesos desde nuestras oficinas y que ello no tiene un ápice de raro o especial.

Por ello, como institución trabajamos para la generación de inercias que fomenten la confianza, la libre expresión, el libre desarrollo de la personalidad y la libertad como valor central dentro de nuestro ecosistema de bienestar, que lleva como pilar el humanismo, para que los estudiantes y familiares y miembros del personal docente y administrativo puedan vivir sin miedo su orientación sexual y expresión de género.

Es primordial no perder de vista que en las aulas los niños aprenden y asimilan normas de convivencia, y que desarrollan, naturalmente, su personalidad y esto incluye por fuerza su sexualidad, entendida desde un concepto amplio que abarca las expresiones afectivas, su capacidad para dar y recibir cariño, su gregarismo, la amistad entre hombres y mujeres, el sentido de protección de su intimidad y sus primeras relaciones de noviazgo en el caso de los adolescentes. Por tanto, el aprendizaje en la diversidad y sexualidad es vital en este periodo formativo. 

Hablar sin temores ni prejuicios acerca de la estructura diversa de las familias, de las preferencias sexuales, reflexionar acerca de los movimientos sociales que se gestan en la actualidad (hace poco, por ejemplo, en nuestro estado se aprobó la Ley Agnes que reconoce el derecho a la identidad de género autopercibida de una persona y permite rectificaciones tanto de nombre como de género en el acta de nacimiento, poniendo freno a una de las formas de la violencia contra la transexualidad), son formas necesarias de vivir una escuela inclusiva.

A continuación, presentamos algunas sugerencias para educar en la inclusión, específicamente de la comunidad LGBTT+:

 

  • Normalizar la diferencia. Aceptar e incentivar la diferencia de pensamiento en todas las áreas y materias, siempre valorando la reflexión filosófica sustentada y el conocimiento científico.

  • Lenguaje inclusivo. Bien, este punto es y seguirá siendo polémico. Hay muchas formas de nombrar y no siempre las ideas de los activistas serán bien recibidas, pero esforzarnos por hacer cambios hace que la comunidad se sienta incluida: cambiar el apelativo “padres de familia”, por “familiares”; el masculino genérico por el pronombre de quienes tengan mayoría en el aula; “maestras” o “docentes” en lugar de “misses” son ejemplos de ello. 

  • No dar por hecho la heterosexualidad general. De esta forma, quienes no lo son dejarán de ser percibidos como los otros, y pasarán a ser parte de la comunidad.

  • Visibilizar el tema. Lo que no se habla corre el riesgo de ser rechazado. Hablar de diversidad será rechazar y prevenir la violencia. 

  • Proteger. Mientras se da el cambio en la sociedad, debemos estar atentos a la violencia en sus múltiples expresiones: rechazar el uso de adjetivos denigrantes, no permitir el uso de palabras asociadas a la homosexualidad con intención ofensiva y, si sucediera, no tolerar las agresiones directas contra los niños, niñas y adolescentes que se identifiquen lesbianas, gays, bisexuales o incluso como personas trans.

Llevando todo lo anterior a la praxis, el Colegio Sn Ángel hace un compromiso por la diversidad para construir un mejor mundo para tus hijos.  

Por Jorge Alonso Espíritu
Embajador del bienestar

 

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