Más que el cine como lo conocimos, la serie de televisión es el formato de nuestro tiempo. Más que películas, los últimos años nos han legado series inolvidables, desde las que inauguraron el milenio, como The wire, Band of brothers o Six feet under; las que consolidaron el género en la década pasada, como Game of thrones, The walking dead o House of cards, y las que en los años más cercanos han creado todo un culto alrededor de estas producciones, como Stranger things o la reciente Heartstopper
Toda lista siempre será injusta, y quedan sin nombrar algunas imprescindibles: Bojack Horseman, El cuento de la criada, Succession, Chernobyl, Mad men, Breaking bad, Dark o Fargo merecen sus propias menciones.
Pero por cada serie destacada hay cien que, por su nivel y el tiempo que se requiere invertir para verlas resulta poco menos que una pérdida de tiempo, lo que ocasiona que nos guiemos por el algoritmo, sin atrevernos a experimentar nuevas cosas, a merced de los dictados de las plataformas de streaming. ¿Cuántas joyas nos hemos perdido por ello?
Es así como en Apple TV+ ha llegado una de las mejores series de la historia y, a pesar de la tremenda recepción de la crítica, de su altísimo nivel estético y narrativo, y de ser diferente a todo lo que hemos visto, no ha logrado la popularidad que merece. Se trata de Severance, creada por Dan Erickson y dirigida en su mayor parte por el comediante Ben Stiller.
La serie narra, de forma kafkiana, la vida al interior de una industria de nombre Lumon. En ella se lleva a cabo un procedimiento de “separación” en el que, a través de la inserción de un microchip, la mente de los trabajadores es dividida en dos partes: una de empleado y una con una vida al exterior de la empresa. Las partes no pueden unirse, así que las personas no saben cuál es su trabajo, ni quiénes son sus compañeros, mientras que los trabajadores no saben nada de su vida al exterior del empleo.
La paradoja de esta distopía es que, aunque suene aterrador, la productividad resultante es el sueño de toda empresa: trabajadores sin personalidad, adoctrinados por la palabra del fundador y los dueños, funcionando en torno a órdenes difusos y un discurso de bienestar y estímulos que resultan bastante macabros.
¿Por qué una persona aceptaría borrar de tajo parte de su memoria para ingresar en un trabajo absoluto? ¿Cuáles son las implicaciones éticas y productivas de este sistema? ¿Cuánto de esta ficción está basada en la vida real?
Todo está en juego cuando Petey, un trabajador escapa de la empresa y provoca un movimiento en el que Mark, su suplente y nuevo líder de departamento comienza a dudar de la vida perfecta que cree que vive, dudas que aumentan con la llegada de Helly, una nueva trabajadora que no logra adaptarse al entorno laboral. Así, Mark tendrá que tener cuidado para desentrañar qué hay en el centro de Lumon, quién es realmente él y cuál es realmente su vida.
La trama de ciencia ficción encuentra elementos del mejor absurdo sin descuidar el estudio de personajes, con actuaciones tremendas de principales y secundarios, desarrolladas en escenarios apabullantes por la estética en la que fueron concebidos: en la empresa prima el blanco y la luz opresiva, en el exterior los pasajes oscuros y nevados. Cada elemento suma a la locura, pero también a una dolorosa introspección en la que nos preguntamos hacia dónde vamos como sociedad hiperproductiva, con empresas inhumanas y sistemas coercitivos que nos anulan como personas. Todo esto además dispuesto de la mejor narrativa para hacer del viaje un relato angustiante.
Severance es, sin duda, una de las mejores y más emocionantes series de los últimos tiempos.