¿Existe el estrés en la infancia y la adolescencia?

¿Existe el estrés en la infancia y la adolescencia?

Podríamos plantearnos diferentes preguntas respecto al tema: ¿qué es? ¿Cómo se trabaja? ¿me perjudica? ¿me beneficia? En el día a día y en la época actual se está expuesto a situaciones estresantes pues estamos en constante cambio y adaptación.

¿Qué es estrés? El estrés es la respuesta física o mental a un suceso o acontecimiento externo, como tener muchas tareas o padecer una enfermedad. El factor estresante puede ser algo que ocurre una sola vez, o puede suceder repetidamente durante mucho tiempo. En los niños y adolescentes se manifiesta como una situación que requiera un cambio o adaptación, puede ser provocado por una actividad nueva y motivante o bien como lo relacionamos comúnmente a situaciones negativas.

La Ciencia Psicológica establece dos tipologías de estrés: el eutrés y el distrés.

El eutrés es el estrés positivo a modo de ejemplo sería el que experimenta un estudiante atleta cuando está en la línea de salida de una competición deportiva; las consecuencias pueden ser benéficas: velocidad en la tarea o actividad a realizar, genera estar alerta, competitividad, luchar por un objetivo, fortalece músculos, agudiza el pensamiento.

El distrés es el aspecto negativo del estrés, cuando sentimos que no podemos hacerle frente a determinada situación, nos sentimos desbordados ante ella dispara la adrenalina para salir del peligro, preparándolo para luchar o huir. Las consecuencias son negativas: como aumento del cortisol, el cual nos bloquea, comienza la somatización y los perjuicios en la salud pudiendo llegar a ser graves pues se presentan síntomas psicológicos: dificultad para actuar, miedos, irritabilidad desconcentración, ira, dificultad en la memoria, ansiedad, pesimismo, frustración, trastornos emocionales, ansiedad y pánico, desesperanza; acompañados de síntomas físicos: dolores de cabeza, agotamiento, presión en el pecho, temblores, insomnio, dolor de espalda y trastornos intestinales (reflujos, flatulencias, calambres estomacales, náuseas, diarreas o estreñimiento), entre otros; lo que afecta nuestra conducta.

Los niños y adolescentes aprenden a responder al estrés de acuerdo a su desarrollo evolutivo y experiencias por lo que es importante darles una orientación adecuada.

En la vida diaria encontramos situaciones que pueden generar estrés: un cambio de escuela, presentar exámenes, la separación de los padres, la pérdida de una mascota, que las habilidades sociales se vean mermadas por un cambio de amigos, la falta de organización de tiempos, la planeación de actividades escolares, cambios corporales, crisis económica, tener pensamientos negativos sobre ellos mismos, una vida sedentaria, comportamientos irascibles, hacer todo por ellos impidiendo su autonomía entre otros.

Es importante que como padres, tutores, guías y/o adultos orientemos el manejo del estrés en forma adecuada proporcionando un lugar tranquilo en casa, actividades que requieran movimiento como practicar un deporte, actividades al aire libre, aprender a escucharles, mantenerles informados de cambios anticipados, tener actividades de relajación, compartir espacios en familia que permitan convivir para poder compartir fuera de la inmediatez y vida diaria apresurada, reforzar límites y rutina diaria para fortalecer su seguridad, brindar espacios para reconocerle como persona, tener una actividad en donde pueda ofrecer sus talentos y se de cuenta como contribuyen a alguien más.

En la actualidad el estrés es considerada una enfermedad del siglo XXI, pues es resultado de una vida frenética y es importante detectar cuando las consecuencias son graves para poder ser atendido con un especialista por ejemplo si notamos que: interfiere en su vida diaria y no permite hacer cosas en la vida cotidiana de niños y adolescentes.

Por: Mtra. Karla Alejandra Villegas Bravo.

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